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Ya hablé que la única forma segura que hay de predecir el futuro es interpretando el presente más rápido que los demás. Lo ideal es ir sobre seguro y aprovechar alguna ineficiencia que presenten los canales de información y ser más rápido que ellos. Lo malo de este sistema es que con Internet cada vez hay menos retraso en la entrega de la información y buscar ese canal «lento» cada vez es más difícil (aunque no imposible).

Esto da pie para seguir hablando de otros métodos de predicción, pero donde ya no tenemos la seguridad de saber que no nos equivocaremos pero que siguen siendo fiables. El más eficiente de estos métodos es el uso de los indicadores adelantados.

En economía, el principal factor de medición de la marcha de un país es el PIB que se calcula sumando el importe de todas las facturas que se emiten entre empresas, de todos los tickets de los comercios, de todas las exportaciones, de todo el gasto de la administración pública, …

Podrás ya imaginar cuán difícil es averiguar y dar un valor exacto de ese dato, tanto que primero se calcula de forma rápida un PIB y meses después se vuelve a calcular ya con muchos más datos sobre la mesa.

El retardo en conocer cuál fue el PIB puede llegar hasta los 8 meses. Es por ello que normalmente se suelen coger otras variables que sí son fáciles de medir y que presentan una fuerte correlación con él. Estos son los indicadores adelantados.

Por ejemplo, el consumo de electricidad de las grandes empresas es un indicador adelantado pues indica cuántos bienes están produciendo ahora mismo. Esto se basa en la suposición que los empresarios no suelen fabricar algo que no van a vender, y aunque en la historia reciente tenemos un gran abanico de contraejemplos acerca de esto último, en circunstancias normales esto es algo que se suele cumplir.

También la evolución de venta de coches nuevos suele adelantar en 3 meses al comportamiento de PIB pues es un indicador del gasto del consumo familiar y de confianza en la economía.

La correlación de estos dos factores con la marcha de la economía es tan fuerte que suelen usarse para el cálculo del PIB. No obstante, también hay otros indicadores menos ortodoxos como la bolsa, la cual va entre 6 meses y un año por delante de la economía, o el largo de la falda, siendo en épocas de crisis cuando la moda femenina impone faldas largas que se contraponen por las prendas cortas en épocas de bonanza económica.

Tal y como advertí antes, aquí nos estamos aventurando a equivocarnos con estos métodos de predicción. No recomiendo el apostar por la marcha de la economía mirando el largo de la falda o viendo la evolución de la bolsa pues esos factores pueden fallar, pero sí en las ventas de coches o el consumo eléctrico pues son buenos indicadores de la economía.

Con todos los peros que se le puedan poner, la correlación de esos indicadores existe y es usada. Lo que hay que aplicar es cómo se ajusta a mi negocio estos indicadores y tener en cuenta sus excepciones. Por ejemplo hay negocios, como los restaurantes de comida rápida, que son anticíclicos y crecen en época de crisis, otros que tienen sus propios indicadores adelantados mucho más fiables, otros que no siguen las tendencias generales, …

También es cierto que algunas veces se dan casos de profecías autocumplidas dado que al ser estos factores conocidos, los agentes económicos se basan en ellos para tomar sus decisiones. Es normal una subida de la bolsa cuando los datos de la venta de coches han sido buenos, y también es normal que muchos empresarios ante la buena marcha de la bolsa y de la venta de coches se animen a producir más y por tanto a consumir más electricidad.

Básicamente se trata de ver las señales para anticiparnos. El quid de la cuestión es ¿qué señales? Estas que he indicado son ejemplos de cómo la macroeconomía nos puede dar una indicación general a cómo va a funcionar mi negocio. También a nivel local, muchos ayuntamientos y comunidades autónomas se están apuntando a la tendencia Open Data y están publicando en sus páginas Web los indicadores de la economía local.

Pero quizás la fuente más útil que nos permite ver las tendencias es Internet y las redes sociales. Ahí están nuestros clientes y los que no lo son están hablando constantemente de sus intereses y experiencias. Hoy en día la tecnología nos está permitiendo analizar esas conversaciones y gracias a ello el poder encontrar por nosotros mismos lo que demandan mis, potenciales o no, clientes y que puedo explotar con facilidad.

¿Una tarea titánica? No tanto, en el próximo artículo veremos cómo.

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